LA LAGUNA DE QUINTANA DE LA SERENA
La Laguna en la segunda mitad del siglo pasado
… Y ella misma,
<<La Laguna>>, despertó soñando un día alborozada, meciendo barcas
(regalo equivocado que le hicieron) y soñó con ser mar y tener olas y acaso se
atreviera algún día a pedir del Municipio playa, suecas,
<<Fuengirolas>>… Y yo pienso que es bueno, que en Quintana se puede,
todavía, soñar alguna vez en <<La Laguna>> (A. Suárez Bárcena,
1977) (1).
No
voy a ser el primero ni, posiblemente, el último –así debería ser- que escriba sobre La Laguna de Quintana de la
Serena. Aun a riesgo de que por olvido omita algunas, no quiero dejar de
mencionar aquí a esas personas que han contribuido a enriquecer nuestro
conocimiento sobre la historia y la cultura de nuestro pueblo. En primer lugar
a nuestro médico que fue don Juan Casco Arias, quien nos dejó un legado lleno
de datos en su libro a pesar de los inconvenientes de la época. Entonces, don
Juan no pudo disponer de lo que hoy disfrutamos muchos de nosotros como son las
nuevas tecnologías, a través de las cuales, cómodamente en casa y pegado al
ordenador, podemos obtener, gracias a la abundante documentación digitalizada y puesta en Internet durante los últimos años, numerosos datos que nos permiten una investigación
más exhaustiva y detallada de los hechos. Aun así, su obra no carece de valor
y, con algunos pocos errores que intentaremos aclarar en sucesivos trabajos, ha
servido para que los quintanenses conozcamos nuestra historia. También nos
hablaron de este lugar y de formas diferentes otras personas –pido disculpas si
me olvido de alguna- como Víctor Fortuna Hidalgo, Ángel Suárez Bárcena, Pedro
Rodríguez Horrillo y Juan Antonio Chacón
Chacón. A todos ellos, mi reconocimiento y agradecimiento. El mérito, sin duda,
de ellos, limitándome tan solo a añadir
algunos datos inéditos que he podido recopilar y que considero de interés para
todos.
La Laguna fue un estanque de agua situado al este
de la población, hoy integrado en el casco urbano y donde antiguamente se
celebraba el rodeo, sirviendo sus aguas como abrevadero para el ganado y
para contener algunos peces como carpas, las cuales se solían pescar con caña.
Las
primeras noticias que encontramos referentes a “la laguna del Concejo” se
remontan a finales del siglo XVI (2),
y ya, a finales del XIX tiene lugar el acuerdo municipal de las obras de
ensanche. Casco Arias, nos habla, cómo en los años sesenta La Laguna servía de abrevadero para el ganado,
celebrándose cerca de la misma el tradicional rodeo de ganados; así como, lugar
de ocio donde se practicaba la pesca de carpas:
<<Para abrevadero de ganados el Ayuntamiento dispone
de una Laguna que se alimenta de las aguas pluviales quedando con escasa
cantidad en verano, que está situada al este del pueblo a escasos metros del
casco urbano, cerca de la carretera de Castuera […] la pesca es practicada
principalmente con caña en La Laguna, donde se crían buenos ejemplares de
carpas>> (Casco
Arias, 1961: 39, 297).
Como hemos dicho, a finales del siglo XIX
encontramos las obras de ensanche de La
Laguna acordadas en la sesión extraordinaria celebrada el día 26 de julio
de 1883, siendo presidido el Ayuntamiento por Laureano Barquero de Murillo:
<<Se acordó por
unanimidad la formación del oportuno expediente para ejecutar las obras
municipales de ensanche de la Laguna […] También se acordó que por la Comisión
de presupuestos se formule el proyecto de su extraordinario para cubrir las
atenciones de referidas obras toda vez que en el ordinario del ejercicio
corriente no había consignada cantidad alguna con dicho objeto>>.
En sesiones posteriores <<se acordó nombrar perito facultativo para la formación del
proyecto y presupuesto de las obras municipales de ensanche de la Laguna […] al
Arquitecto D. Ventura Vaca>> (sesión ordinaria y pública del día 12
de Agosto). Aprobado el proyecto del presupuesto extraordinario formado por la
Comisión para cubrir las atenciones de las obras municipales proyectadas
(sesión ordinaria del día 2 de septiembre), se acordó, por último:
<<Que las
referidas obras se ejecuten por Administración de conformidad en un todo con el
perito facultativo y con sujeción al pliego de condiciones redactado por el
mismo. Segundo. Que se dé principio á la mayor brevedad posible. Tercero.
Nombrar perito facultativo para la dirección de las mismas á D. Ventura Vaca.
Cuarto. Nombrar para el régimen y vigilancia de los empleados a Don Leocadio
Ortiz Balsera…>> (BOP, 12 y 14/11/1883.).
En 1929, el corresponsal del Correo Extremeño al hablar de la
conveniencia de celebrar la Fiesta del Árbol (Vid. Fiesta del Árbol), sugiere plantar árboles en la explanada que
se encuentra junto a La Laguna y lugar donde se situaba el ganado durante el
rodeo que se celebraba en la Feria. Como sabemos, el árbol de “moda” en
aquellos años era el eucalipto y de aquella actividad procederían los eucaliptos
de La Laguna y de la Ermita:
<<La conveniencia
de celebrar la simpática y beneficiosa Fiesta del Árbol […] Hace varios años
que no recordamos se celebre en esta localidad la simpática fiesta del Árbol,
siendo de una necesidad el fomento del amor a las plantaciones de árboles por
todas las plazas y calles de la población que sean susceptibles, dada su
anchura, […] Hay un sitio en este pueblo que está pidiendo con voces imperiosas
árboles, y que en el transcurso de pocos años nos devolvería un gran bosque de
incalculable valor por las pocas pesetas que ahora se gastarían en
plantaciones; me refiero a la explanada que está más allá de la laguna, y donde
se sitúa el ganado en la feria, el cual tendría sombra en los días ardorosos en
que ésta se celebra. Isaías Coronado>> (Correo extremeño, 1929:8).
A principios de los años setenta se dispusieron
unas barcas de las que ya se anticipaba:
<<… un frondoso
arbolado se proyecta a extramuros de la población, teniendo como marco la
charca o laguna […]. Allí habrá barcazas, con vaivén de cuna, que con vistoso
alumbrado, puede que nos den la impresión de un Venecia cercano […]>> (V. Fortuna, 1971).
En la lucha contra la enfermedad del paludismo, muy frecuente durante el verano al ser transmitida por un mosquito que proliferaba, sobre todo, en aguas estancadas, se introdujo en nuestra laguna un pez procedente del continente americano, la gambusia (Vid: Gambusia): <<… la profilaxis se hizo principalmente sembrando gambusias en La Laguna, y de aquí se difundieron al Arroyo del Tío Pepe y al río y sus afluentes>> (Casco Arias, 1961: 282).
Por su parte, Pedro Rodríguez Horrillo nos
comenta el fenómeno conocido como “alunarse la laguna”:
<<En dicha laguna
se criaban carpas de mediano y pequeño tamaño y se pescaban con cañas […] Si no
llovía en verano, que era lo que generalmente sucedía, se asfixiaban por falta
de oxígeno (se alunaban, se decía en el lenguaje de la calle), ya que el agua
descendía a niveles muy bajos por la acción de la evaporación y otras causas,
procediéndose entonces a su desagüe para recoger las carpas que aún se
mantenían vivas>> (Rodríguez Horrillo, 1999).
Sobre
algunos sucesos en La Laguna tenemos la narración que hace el autor de la
novela Ni el espíritu de los pámpanos,
sobre el salvamento de un muchacho llamado Isidoro, hijo de Demetrio y nieto de
la Sanjuana:
<<… cuando regresaba por el almendral, sobre el
mediodía, con la carga hecha y metida en un costal, que traía al hombro, junto
con varias trampas que había decidido no dejarlas puestas, escuchó la alarma.
Eran las angustiosas voces de una mujer que, muy cerca de la sangraera de la
laguna —que era una pequeña rebaja en la altura de la pared para vaciar y
aliviarla de agua—repetía una y mil veces ¡sooogaaa, soogaaa, soogaaa…! […] En
lo que sí estuvieron de acuerdo los presentes fue en corroborar lo que había
dicho la Sampedra, que era otra vecina que se acercó allí por el revuelo
armado: ¡No, si la laguna, algún día, nos va a dar algún disgusto!>> (Chacón, 2011: 135).
Efectivamente, el “vaticinio” (3) se produjo a principios del siglo
pasado, durante el verano de 1906:
<<En una laguna
que hay extramuros de la villa de Quintana, tuvo la desgracia de perecer
ahogado, el niño de 8 años de edad, Diego Ánguas Sánchez, hijo de Benito y
Manuela.
El desgraciado
niño se fue a bañar al referido sitio en unión de varios amigos de la misma
edad. Después del baño, una vez fuera del agua y cuando ya se encontraban
vestidos, concibieron la idea de subirse al muro que, según parece, existe
próximo al mismo y emprendieron aquellos una vertiginosa carrera, teniendo la
desgracia el Diego de perder el equilibrio y de caer al agua en el sitio que
hay más profundidad. Los compañeros de aquel al ver el peligro que corría,
empezaron a gritar implorando auxilio; acudieron dos jornaleros llamados
Bibiano Corrales y Francisco Mateo Rocha, que trabajaban en una era próxima a
aquel sitio, los cuales se arrojaron al agua, pero ya era tarde; cuando sacaron
al Diego era cadáver ya.
El juzgado
acudió a orillas de la laguna,
recogiendo el cadáver del niño>> (La Región extremeña, 1906).
Por todo, las advertencias de los padres:
<<...eran
continuas para que no nos bañáramos nunca ni en pozos, ni en charcas ni en la
laguna, entre otras cosas porque en ésta había muchas pocetas y eran muy
traicioneras y en la laguna, encima, al lado de la sangraera, o sitio rebajado
del muro para aliviar las aguas en las avenidas, en la pared misma, en una de
las piedras de granito, un picapedrero, por encargo de sus familiares, había
labrado una cruz que recordaba que en ese lugar se había ahogado un
niño>> (Chacón, 2012:
138).
Durante la década de los ochenta, siendo Alcalde don Juan Bonilla Ponce se
llevó a cabo en el entorno de La Laguna el <<encauzamiento del desague de la laguna>> y el <<Parque de la Laguna>>,
además de la construcción de la Piscina Municipal (Libro de Feria, 1986).
Como consecuencia de la riada producida en el
año 1989, se achacó sus graves consecuencias, al menos en parte, a la reciente
actuación que sobre el entorno de la misma se había realizado. Sin embargo,
observamos que ello no debió ser así tal y como, diez años más tarde, Pedro
Rodríguez Horrillo hace la narración de los hechos:
<<La laguna no
era, como se ha dicho, una pequeña presa que servía de regulación de avenidas
en el cauce de la Dehesa Vendida. Al desaparecer el rodeo […] la laguna dejó de
tener su razón de ser, por lo que fue achicada y vallada para su conservación
como recuerdo histórico, ocupando hoy una superficie aproximada de 4.000 metros
cuadrados. Ya no se baña nadie ni abreva el ganado en la misma.
Tampoco puede
decirse que la culpa de la riada que se produjo como consecuencia de la tromba
de agua caída en la tarde del 30 de septiembre de 1989, la más grande que se
recuerda, la tuviera el achicamiento de la laguna. Fue tal la cantidad de
metros cúbicos de agua los que cayeron aquella tarde, en un radio de acción que
abarcaba desde la hoja de la Mata hasta la de la Reyerta de Quintana, entre las
que está comprendida la de la Dehesa Vendida, que el agua que pudiera haber
represado la laguna (en el supuesto de que estuviera vacía, que no lo estaba),
si no hubieran sido reducidas sus dimensiones, no pasaba de ser una gota en el
Océano. Para muestra un botón: en el arroyo de la Mata perecieron ahogadas dos
mulas que estaban atadas en sus cercanías. ¿Tuvo que ver algo aquí la laguna?
Cuando estoy
terminando de redactar estas líneas me llega la noticia de que el Ayuntamiento
se propone llevar a cabo, en un futuro inmediato, un macroproyecto en la laguna
y su entorno…>> (Libro de Feria, 1999).
El arroyo que vertía sus aguas en La Laguna, ha quedado desviado, lo que no ha impedido que en años de fuertes y constantes lluvias se llenara de agua, como ocurrió en el invierno del 2009.
Actualmente, su funcionalidad ya no es la misma
de aquellos años, habiendo sido utilizada recientemente para celebrar festejos
taurinos. Se iniciaron las obras de lo que se supone sería un auditorio al aire
libre, habiéndose realizado el acondicionamiento de su entorno a base de la
construcción de una fuente y la apertura de una cafetería.
Como hemos visto La Laguna ha sido muchas cosas.
Desde tener una función práctica (abrevadero, rodeo) a lugar de recreo para
jóvenes y mayores (pesca, paseo, barcas, noches de verano), de buenos y malos
recuerdos (desgracias personales). Lo que sí está claro es que no volverá a ser
lo que fue.
Vista de La Laguna desde el Silo
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Notas:
1. De la poesía de Ángel
Suárez Bárcena que lleva por título Soñando en La Laguna, publicada en el Libro de Feria de 1977.
Soñando en
“La Laguna”.
Ángel Suárez-Bárcena.
Aquel modesto abrevadero
de las ferias de ganado, tan sólo es hoy vago recuerdo en memorias ya maduras.
Hoy es, —en realidad siempre lo fue— simplemente <<La
Laguna>>: Un poco de agua represada de las lluvias de otros tiempos.
Con todo, la presencia del agua breve y tranquila, ilusión de
frescor en la calina, invita al paseo en el ocaso, a gozar de la puesta de sol
evocadora…
Y <<La Laguna>>, humilde abrevadero del ganado de
otras Ferias, se engrandece de misterio de amor de enamorados, soñadores y
poetas.
Yo he soñado la tarde de verano y teniendo en lontananzas
<<Cantalcuco>>, he visto, manando de los cerros, la sangre que
engorda el rojo grito de las nubes, como toros pastueños del crepúsculo.
Soñé la casa de Germán hecha palacio, y músicas lejanas y risas
cantarinas, me evocaron recepciones palaciegas, grandes fiestas y saraos.
Y el sauce, que cansino, descolgaba lagrimones hacia abajo,
llorando su miseria, fue altivo ciprés que enhisto recibía a los invitados…
Yo he soñado la noche y
he visto las estrellas descolgarse una a una en fuegos de artificio y he soñado
en viajes espaciales, en <<Ovnis>>, en planetas…
Yo he soñado el amor de adolescente y he pedido mi deseo a la
fugaz estrella.
Y ella misma, <<La Laguna>>, despertó soñando un día
alborozada, meciendo barcas (regalo equivocado que le hicieron) y soñó con ser
mar y tener olas y acaso se atreviera algún día a pedir del Municipio playa,
suecas, <<Fuengirolas>>…
Y yo pienso que es bueno, que en Quintana se puede, todavía,
soñar alguna vez en <<La Laguna>> Ángel Suárez-Bárcena. Quintana de
la Serena, Agosto de 1977>>.
2. En 1595, se habla de la laguna del Concejo al
referirse a la extensión de la Ermita de los Mártires: <<Entre los lanchares y la laguna del
Concejo>>. Libro de la
visitación de don Juan Rodríguez Villafuerte en 1595.
3.
La narración del caso acaecido en 1906 y del que disponemos de la documentación
referenciada no se correspondería con la que en su libro hace Juan Antonio
Chacón. Las iniciales que figuran grabadas en una de las piedras de la sangraera son R. P. (¿B?), por lo tanto,
no se correspondería con las de Diego Anguas Sánchez.
Bibliografía:
CASCO
ARIAS, Juan (1961), Geobiografía e
historia de Quintana de la Serena. Editorial Prensa Española. Madrid.
CHACÓN
CHACÓN, Juan Antonio (2011), Ni el
espíritu de los pámpanos. Editorial Círculo Rojo. Madrid.
LIBRO DE
LA VISITACIÓN DE DON JUAN RODRÍGUEZ VILLAFUERTE EN 1595, A CAMPANARIO Y SUS
ALDEAS DE QUINTANA Y LA GUARDA. Transcripción de Manzano Garías, A. Fondo Cultural Valeria (Campanario). Don
Benito (Badajoz), 1980. El libro manuscrito original se encuentra en el Archivo
Diocesano de Badajoz. Libro XIII).
FUENTES
CONSULTADAS
BOP. Sesión
extraordinaria y pública del día 9 de octubre. 12 y 14 de noviembre de 1883. Colección Histórica. 1835/1997.
Diputación Provincial de Badajoz. Archivo Provincial.
La
Región Extremeña. Núm. 9338, 3/08/1906.
Pág. 2. Biblioteca Virtual de Prensa
Histórica.
Correo
extremeño. Año XXVI. Núm. 7488, 13/11/1929. Pág. 8. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
Libro
de Feria. Ayuntamiento de Quintana de la Serena (1971): Artículo de Víctor
Fortuna; (1986): “Entrevista al Señor Alcalde”. Pedro Rodríguez; (1999): “La Laguna”.
Pedro Rodríguez Horrillo; (1977): “Soñando en la Laguna”. Ángel Suárez Bárcena.
FOTOS
De
la colección de fotos antiguas de Juan Ramón Murillo Rodríguez.
Fotos
actuales: Juan Francisco José Dávila Sánchez
Juan Fco. José DÁVILA SÁNCHEZ
Quintana de la Serena, 2018
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