viernes, 27 de julio de 2018

QUINTANA DE LA SERENA A FINALES DEL SIGLO XVIII.



QUINTANA DE LA SERENA A FINALES DEL SIGLO XVIII. Economía y Sociedad.   

La comprensión de la propia raíz histórica de un pueblo ha de efectuarse desde la plena y total interiorización de su identidad y ha de construirse desde el más completo y más amplio entendimiento de su pasado histórico.
Fernando Cortés Cortés.


Cuando en Europa, a partir de 1680, se había iniciado un movimiento de cultura y progreso (la Ilustración), y la Revolución Francesa se producía en 1789, observamos que este territorio (La Serena), como toda Extremadura, se encontraba aún (1791) en una situación con características feudales, en la que los señores y el clero ejercían su poder regidos por las normas de la Orden de Alcántara. Es, precisamente, este conjunto de poderes los que dificultarían su salto hacia el progreso. Atrás quedaban los años del gran Imperio español de los Habsburgos, y en el siglo XVIII e incluso en el XIX, como escribiría cien años más tarde (hacia 1890) don Juan Varela: <<despertamos de nuestros ensueños de ambición, nos encontramos muy atrás de la Europa culta, sin poder alcanzarla, y obligados a seguirla como a remolque>>.

Introducción

            Quintana,  en el año1791,  era una de las 18 villas correspondientes al Partido de La Serena cuya capital se situaba en Villanueva de la Serena, y perteneciente al territorio de la Orden de Alcántara. Judicialmente dependía de la recién creada Real Audiencia de Extremadura con sede en Cáceres: <<y por lo eclesiástico corresponden este, la Guarda y Castuera al el Priorato de Magazela nulius diozesis…>> (1). El prior residía oficialmente en Villanueva y tenía jurisdicción cuasi episcopal, nullius diócesis, pudiendo usar hábitos de obispo y nombrar al párroco de la villa entre los candidatos pertenecientes a la orden que habían sido propuestos por el concejo (2).

            En el año 1790, se crea la Real Audiencia de Extremadura, estableciéndose un año después, en el acto de apertura celebrado en Cáceres, la situación territorial y jurisdiccional de Extremadura en nueve Partidos: Trujillo, Cáceres, Alcántara, Coria, Badajoz, Mérida, Llerena y La Serena (algunos autores establecen ocho Partidos al considerar como uno, Plasencia-Coria). La creación de la Real Audiencia va a suponer un gran avance, teniendo en cuenta que antes era necesario desplazarse a las Chancillerías de Granada y de Valladolid para solventar, en última instancia, los pleitos; con la consiguiente dilación y gastos que ello ocasionaba a los vecinos de la villa. Esta institución surgió para remediar <<los costosos y distantes recursos a los Tribunales superiores constituidos fuera de la provincia de Extremadura>> (3).
           
En el año 1791, la provincia de Extremadura será interrogada por orden de la Real Audiencia, enviando a varios visitadores que se encargarán de realizar un Interrogatorio de 57 preguntas, para que: <<la contesten las justicias, párrocos, ayuntamientos y personas particulares de los pueblos integrados en cada partido de la provincia de Extremadura>> (4).

El Partido de La Serena fue visitado por Don Agustín Cubeles y Rodas, Alcalde del Crimen de la Real Audiencia. En Viaje a la Serena en 1791, de Antonio Agúndez Fernández, se define así:

Era más bien alto que de mediana estatura, de rostro moreno y alargado, ojos graves y penetrantes. Muy discretamente vestido, llevaba zapatos con hebillas de plata, medias de sea color bermellón, calzas oscuras, camisa de encajes y casaca azul con sencillos bordados. Al cinto una espada corta y en la mano bastón de caña de India con empuñadura de oro, insignias de su elevada calidad de consejero de S. M. y Alcalde de crimen de la  nueva Audiencia de Extremadura.          

Y sigue diciendo de él:

El magistrado traía teorías de los enciclopedistas franceses, tibias en asuntos de fe, poco respetuosas con los bienes eclesiásticos (aunque ya se libraba él de separar los dedicados al culto y decoroso mantenimiento de sus ministros, de los de granjerías y posesiones territoriales) y hasta contrarias al que decía excesivo número de individuos de teja y cogulla, cuando tanta falta hacían brazos para las industrias y trabajos de producción. En el orden civil, esperaba nuevos tiempos de cesación de privilegios nobiliarios y feudales, igualdad en los Concejos y en la Corte, para cuyos cargos serían méritos la bondad, el saber y la laboriosidad frente a las preferencias de casta cuando estas aparecían solitarias y sin apoyo de nuevos hechos honrosos.

                                          
            A la vista del Interrogatorio, que constituye una fuente esencial para el conocimiento socioeconómico del siglo XVIII, se pueden comprobar varios aspectos de la época; aunque hay que ser prudentes en la apreciación de los datos reflejados, teniendo en cuenta la finalidad fiscalizadora.
           
            La villa de Quintana tenía 506 vecinos –unos 2.024 habitantes- que vivían principalmente de las labores del campo y del comercio de la arriería, para lo cual, existían 288 yuntas aplicadas a la labor y 84 recuas destinadas al tráfico de la arriería.

            El terreno del que disponían los vecinos para el cultivo y el ganado era escaso. La mayor parte del terreno estaba constituido por las sierras de Agalla y Guiraltas, pertenecientes al gobernador de Almadén, y la dehesa de la Pared, comprendida en la Real Dehesa de la Serena. Solo disponían de la dehesa boyal y el ejido:

Que los propios consisten en la dehesa boial y un ejido, que azen dos mil y setezientas cabezas de yerba, pobladas de monte hueco de enzinas y producen unos años con otros sobre doze mil reales, de los cuales solo perzibe la villa dos mil y quatrozientos por alimentos para las dotaciones y gastos del reglamento a que no alcanzan y el resto perzibe la Santa Inquisición por su posesión pretoria.

            A través del Interrogatorio, observamos que en la mayoría de las villas se exige el aumento de terrenos para el aprovechamiento del pasto y las labores agrícolas, pues el sistema de aprovechamiento de pastos en La Serena favorecía a los ganados trashumantes sobre los estantes, impidiendo, por otra parte, el desarrollo de la agricultura.


            En el siglo XVIII, nos encontramos con una sociedad esencialmente rural en la que la tierra es la base de la economía y aquella se encuentra en su mayor parte en manos de unos pocos privilegiados. Estos grupos privilegiados, nobleza y clero, poseedores de la mayor parte de la tierra y despreocupados de su explotación, las arrendaban a otros, obteniendo grandes beneficios, mientras que el pequeño campesino vivía en la miseria. A finales de este siglo, todavía nos encontramos con los problemas que surgen como consecuencia de los privilegios concedidos por la Mesta a los ganaderos trashumantes, que entran en constante conflicto con los agricultores y ganaderos estantes por el aprovechamiento de la tierra.

            En este marco jurisdiccional, la puja por los pastos entre los ganados estantes y los trashumantes, representados desde el siglo XIII por el Honrado Concejo de la Mesta, encerraba el trasfondo de la lucha por la tierra en la crisis del Antiguo Régimen y la dialéctica de oposición y complemento entre ganadería y agricultura (5).

                                                                                                                
RECURSOS ECONÓMICOS                                                              

1.      La agricultura

            Los útiles de labranza utilizados en esta época seguían siendo el arado de madera con reja de hierro, tirado por bueyes, vacas o mulas. En el año 1791, había en Quintana 120 labradores y 162 jornaleros, contando con 288 yuntas dedicadas a las labores del campo: <<Y hay doscientas ochenta y tres yuntas  maiores y zinco menores; y la aplicación natural destos bezinos es a la labor, granjerías y harrieria>>.

El problema principal con el que se encontraban estos labradores era, como se ha dicho anteriormente, la escasez de terrenos para cultivar:

Que hai terrenos yncultos y a propósito para labor, su desmonte en media legua de ambito, poblada de jaras, charnecas y otros arbustos ynutiles en los sitios de sierra Agaia y Guiraltas, distantes menos de una legua, pero no se desmonta y cultiva por ser necesaria la licencia del señor gobernador del Almadén, en cuia demarcación estan comprendidos.

            Por ello, se demanda el aumento de terrenos de labor ocupados en su mayoría para el pasto del ganado trashumante, causante de la mayoría de los conflictos que surgen en el campo:

Las cosechas reducidas a las especies de trigo, cevada, centeno, abas y garbanzos, estan de manifiesto atraso con respecto a la poosibilidad aplicación y yuntas de estos naturales por falta de terrenos en que hacer las labores, por cuia razón se halla atrasada tambien la cria de ganados con perjuicio del estado; ambos ramos pueden fomentarse y elevarse a su mayor perfeccion, si la piedad del soberano tuviera a bien conceder a pasto y lavor las dehesas de dominio particular que ocupan los trashumantes, único medio de prosperarlos.

Los jornaleros, durante la siega de cebada y trigo, ganaban de 4 a 6 reales con derecho a cinco comidas: <<Y se nota que los jornaleros de labor y esquila se ban al tiempo a otros pueblos y dejan cosechas por recoger con grabes perdidas, despues que se mantienen en el ymbierno>>.

            Los cultivos principales eran de trigo, cebada, habas, garbanzos, centeno y avena.

CULTIVO                             PRECIO DE VENTA
                        Garbanzos                                         50 reales
                        Trigo                                                 30    
                        Centeno                                             24    
                        Habas                                                 22    
                        Cebada                                               20    
                        Avena                                                10    

            También existían ocho huertas donde se sembraban nabos, coles, lechugas, berenjenas, tomates, pimientos, ajos y cebollas, que se regaban gracias a los abundantes pozos, de donde se extraía el agua por medio de cigüeñales. Además, tenían estas huertas, árboles frutales como perales, cermeños, ciruelos e higueras. Todas estas huertas se trabajaban con “azada a brazo”. El viñedo y el olivar se encontraban poco extendidos. Su producción se destinaba al autoconsumo de la población y constituían los principales complementos de los campesinos, junto a las leguminosas y los productos hortofrutícolas: <<Pero donde quiera se abren pozos y allan aguas y por ello con real permiso se estan plantando biñas, arboles y ortaliza en un baldio.>>.
                                                                                               

2.      La ganadería

            La ganadería era en esta época fundamental para la economía de la villa; sin embargo, su incremento se veía limitado por la escasez de tierras de pastos disponibles. Se hace necesaria la petición de que se dé a los vecinos del pueblo el aprovechamiento de la Real Dehesa de la Pared que tenía arrendada el Conde de Gomara, de Soria, a su propietario el Marqués de Paredes:

Que para lograr esta billa y su común de labradores lo que nezesita tiene en su termino la Real Dehesa de la Pared, que aprovecha dos mil seiscientas dos cabezas por arriendo el conde de Gomara, vezino de Soria, dándose a pasto y labor al pueblo tendría este conozido aumento y su Magestad la mitad del diezmo de los granos que en ella se criaran que hoy no tiene, solo paga el arrendador al Marques de Paredes, su dueño, dichas yerbas y el bezindario según la respectiva porción pagaría este.

            Todo el ganado se concentraba en la dehesa boyal y el ejido; este último con la mitad de las tierras de dominio particular. También existían algunos baldíos para los cerdos y las cabras. Había 50 granjeros, ocupando el primer lugar el ganado ovino, del que se aprovechaba para su comercio la lana, carne, cuero y queso. Del total de 15.247 cabezas de la que se componía la cabaña ganadera de Quintana, más de la mitad (9.000 cabezas) correspondían a esta especie, que criarían unos 2.000 corderos. El aprovechamiento más importante que se hacía era el de la lana, que se enviaba a los lavaderos de Cáceres. En la esquila de las ovejas los jornaleros ganaban cinco reales: <<Con cuias especies no se hace mas comercio que la venta de lanas finas para el norte, la de bastas para colchones  y jergas del reino>>.

            Le sigue en número de especies el ganado porcino con  3.000 cabezas que producirían unos 1.000 lechones. El cerdo era fundamental en la alimentación de los vecinos, y no solo hacían matanzas para el consumo familiar sino también se comercializa para abastecer a otros pueblos y lugares. Tradicionalmente, la montanera tenía lugar de San Miguel (29 de septiembre) a San Andrés (30 de noviembre), mediante el vareo de la bellota: <<y de carnes y zebones para mantanzas y abastos de bezinos y otros pueblos>>. El ganado caprino con 2.400 cabezas proporcionaba, además de unos 500 chivos, leche y queso que se destinaba al consumo de los vecinos del pueblo.

            El ganado vacuno era muy importante, pues se utilizaban los 566 bueyes en las labores del campo y en la cría para la alimentación familiar, aprovechando la leche, la carne y el cuero. Existían 800 cabezas y se criaban unos 200 becerros. Es significativo que en Quintana el  número de este ganado se viera incrementado en unas 500 cabezas, en un periodo de tan solo 30 años, cuando la tendencia en la mayoría de las poblaciones fue de un importante retroceso.  Pues, según los mapas generales del Catastro de Ensenada, el número de cabezas de ganado vacuno, en el año 1752, era de 314. Este ganado era utilizado como fuerza de tiro en los trabajos agrícolas y en el transporte de productos. Uso que se prolongaría en este pueblo hasta la primera mitad del siglo XX: <<la trilla se haze con yeguas y reses vacunas>>.

            El ganado caballar estaba formado por unas 47 cabezas, en su mayoría yeguas, y se criaban unos 15 potros. Su función principal era la de servir de medio de transporte a los arrieros. No se habla, en el Interrogatorio del número de asnos, pero los datos correspondientes a años anteriores (Catastro de Ensenada,1752) se cifran en 254.

La apicultura, muy extendida  por toda Extremadura, también existen en la villa de Quintana, contando sus 7 colmenares con unas 700 colmenass que producirían al año 80 arrobas de miel, y se vendían a 30-40 reales la arroba. También se vendía la cera, cuya producción podría ser de unas 15 arrobas, y se vendía a 8 reales la libra o 200 reales la arroba. Los enjambres se criaban en cajones de  madera o corcho y se situaban en los montes de la sierra donde hubiera abundancia de flores de tomillo, jara, retama, encina y otros arbustos. En una respuesta del informe realizado en La Guarda, aldea perteneciente a Campanario, y que sin ser villa eximida, tiene una especial relevancia sobre los demás lugares y aldeas del Partido de la Serena, podemos apreciar el modo de cuidar las colmenas:

Que el modo de conservar las colmenas es castigándolas poco en las castras y que estén situados los colmenares en partes abundantes de flores y montes […] Que los naturales se inclinan a su conservación y aumento, pero por la escasez de primaveras se aumenta poco este ramo.

Parece ser que se observa un cierto pesimismo en la rentabilidad de esta actividad, debido a los robos, a los daños causados por turones y otros animales, y a una climatología adversa que no hace posible una buena producción, por lo que se encuentra un poco abandonada en esta época a pesar del incremento desarrollado a partir de la segunda mitad del siglo:

Que hay corrientes siete colmenares, sin otros muchos abandonados, y aquellos tendrán setecientas colmenas que rendiran en años regulares ochenta arrobas de miel, que puede venderse de treinta y seis a quarenta reales, y quinze de zera, cuia libra en tora se vende a ocho. Y aunque es ramo útil se a perdido la aplicación por ladrones, bichos y malos años, sin discurrirse mas medio de resucitar la aplicación que el castigo de aquellos y que sigan buenos otoños y primaveras.

CABAÑA GANADERA EN LA VILLA DE QUINTANA EN 1791

GANADOS    NÚM. DE CABEZAS   PRODUCCIÓN   PORCENTAJE
            LANAR                 9.000                     2.000  corderos             59,2 %
            CERDA                 3.000                     1.000  lechones             19,6 %             
            CABRÍO                2.400                        500  chivos                 15,7 %
            VACUNO                 800                        200  terneros               5,2 %
            CABALLAR               47                          15  potros                  0,3 %

Total…………………....15.247

3.      El comercio

            El comercio se encontraba poco desarrollado y  la industria no existía. Solamente se realizaba la fabricación de lienzos caseros en telares manejados por mujeres: <<Que no hai fabrica mas que de lienzos caseros que azen la mujeres, hilandolos y tejiéndolos, y un tinte de bastos para hilo de azul y negro y algún paño, y no hai disposición para establecer otras>>.

            El comercio era realizado por arrieros que transportaban en sus caballerías: jabón, cereales y leguminosas, a otros pueblos cercanos. El mercado y feria más próximo se encontraba en Zalamea, que se celebraba los días 13, 14 y 15 de septiembre.

            El granito extraído de las canteras se destinaba a la construcción de casas y edificios. También había algunas canteras para la extracción de cal.

LA ADMINISTRACIÓN

            Las elecciones alcaldes se hacían con arreglo a las Reales Definiciones de la Orden de Alcántara. Se elegían dos alcaldes: uno por el estado de los nobles y otro por el estado llano.

1.-Las elecciones de Oficiales de Justicia y Ayuntamiento, que por ser territorio de la Orden de Alcántara, se rigen por su Real definición, nombrando electores imparciales por mitad de estados, casados y de cuarenta años arriba, cada uno de los cuales debe proponer dos personas nobles y dos del Estado de hombres buenos para cada oficio, cuyas cedulas entran en dos cantaros a saber: En el uno de nobles, y en el otro las de plebeyos, y se sacan por un niño de ocho años habiéndose por electos los primeros; por cuyo medio y el de guardarse hueco de dos años y parentescos dentro del cuarto grado, circularían los empleos tanto honrosos como onerosos entre los vecinos de merito>> (Informe sobre el Partido de la Serena, por Don Agustín Cubeles y Rodas).

            Los miembros que componían el Ayuntamiento eran los siguientes:

Alcalde noble: Don Francisco de Godoy.
Alcalde ordinario: Pedro del Pozo.
Regidores: Don Francisco de Tena Dávila, Don Diego Hidalgo Barquero, Don Bartolomé Dávila Nogales, Don Juan de Tena Dávila, Don Juan Patricio Morillo-Velarde y Godoy, Don Alonso Morillo y Don Juan Hidalgo Barquero.
Alcaldes de Hermandad: Don Francisco Fernández de Godoy, Don Francisco López de Nogales.
Diputados del común: Don Juan Martín López y Don Mateo Ferreras.
Personero: Diego Antonio Balsera.
Escribano: Francisco León Bovadilla.
Procurador síndico: Francisco Martinez de la Huerta.

            La organización de los concejos municipales se regulaba por la real provisión de Felipe II, de 1562, que establecía el procedimiento de elección de los alcaldes y cargos públicos en los territorios de las órdenes militares. Lo habitual en las villas de tamaño grande y medio de La Serena, eran dos alcaldes ordinarios y cuatro regidores, divididos entre el estado llano y el estado noble; cumpliendo así el principio de la mitad de oficios.

            <<A partir del siglo XVI, se inició el control patrimonial de los cargos concejiles por la nobleza y la oligarquía local mediante su compra. A fines del siglo XVIII, existían  todavía regidurías perpetuas y la decadencia de los concejos desembocó en corrupción e ineficacia. De ello dan buena prueba los Interrogatorios de la Real Audiencia de 1791, al denunciar claramente que la autoridad era ejercida en los pueblos de La Serena por unas cuantas familias y sus partidarios, que formaban auténticas facciones políticas y se beneficiaban de la posibilidades económicas que proporcionaba el control y la administración de los bienes de propios con que contaban los concejos para su sustento y el cumplimiento de sus funciones>> (6).

            Quintana estaba dividida en dos facciones o partidos que se disputaban las elecciones a alcaldes. Una encabezada por el presbítero don Clemente Baquero, que <<manejó a su arbitrio las elecciones de justicia por muchos años, en los que esperimentaron los infelices bastantes molestias y persecuciones y los caudales públicos no la mejor administración>>. El otro, por don Diego Barquero, abogado de los Reales Consejos, quien llevaba ya varios años manejando las elecciones de justicia y que <<ha mirado con mucho celo por el beneficio común, sosteniendo diferentes litigios para reintegrarlo en sus antiguas pertenencias y librarlo de los quantiosos censos con que estan grabados los propios de la villa>>.

            El dicho don Diego Barquero, consiguió aclarar los goces de varios terrenos de baldíos que se disputaban con la comunidad de las Tres Villas, integrada por Zalamea, Valle e Higuera; y otros con la comunidad de las Cinco Villas, formada por Benquerencia, Castuera, Malpartida, Monterrubio y Esparragosa. Estas comunidades eran las llamadas comunidades de villa y tierra, que agrupaban los baldíos de sus respectivas localidades para el común aprovechamiento del pasto. Además de estas dos, ya mencionada, en el Partido de La Serena, existían otras dos: la de las Siete Villas, formada por Magacela, Villanueva, Campanario, Coronada, Quintana, La Haba y La Guarda; y la otra de las Tres Villas: Cabeza del Buey, Sanctiespíritu y Esparragos de Lares.

            También consiguió don Diego Barquero que se plantasen viñas, olivos y árboles frutales en un baldío inútil, repartiéndose en suertes entre los vecinos. Consiguió reducir el fondo del pósito vendiendo una gran parte de fanegas, destinando sus beneficios a la construcción de las casas consistoriales, archivos, panera para el pósito, cárcel y carnecería. Solicitó al Supremo Consejo, la redención de los censos a la Inquisición de Llerena, que desde principios de siglo tenía tomada posesión pretoria sobre los bienes de propios, consiguiendo que se redujeran a trescientos mil reales, de los seiscientos sesenta mil que se debían.

            El pósito contenía 4.665 fanegas en granos. De estas, 224 estaban en la panera y el resto estaba repartido entre los vecinos. El fondo de maravedíes era de 42.189 reales y 31 maravedís, debiendo los vecinos 10,425 reales. Se estimaba que en las arcas municipales habría 31.774 reales y 31 maravedís.


LA IGLESIA Y LA NOBLEZA
           
            El el año 1791, había en Quintana 26 eclesiásticos y 44 nobles. El cura párroco era elegido por el Prior de Magacela, a propuesta de dos que hacía el ayuntamiento. No existía cementerio y los enterramientos se hacían en la Iglesia y sus alrededores.

            Con fecha 23 de marzo de 1791, el cura párroco de la villa de Quintana, que llevaba residiendo en el pueblo poco tiempo, don García Golfín y Calderón, se encarga de dar informe sobre los temas religiosos. Y así, certifica que la única iglesia parroquial existente está bajo la advocación de Nuestra Señora de los Milagros. El único cura se nombra proponiendo el ayuntamiento un fraile de la Orden de Alcántara y un clérigo de San Pedro, de entre los cuales lo elige el Prior de Magacela.

            Existían las cofradías siguientes: la del Santísimo Sacramento, la de San Pedro, la de la Virgen del Rosario, la del Santísimo Cristo de la Colmena, la del Santísimo Cristo de la Columna y la de las Venditas Ánimas.

            En el informe se dice que no hay ermita ni santuario alguno, y esto es un error, pues la Ermita de los Mártires ya aparece en 1595. De ella se habla en el “Libro de la Visitación de Don Juan Rodríguez Villafuerte en 1595, a la villa de Campanario y las aldeas de Quintana y la Guarda”:

En tiempo de Ledesma se avía edificado la dicha ermita en el exido de la dicha villa, en la parte que dicen los lanchares, de las limosnas de los vecinos, no tenia rrenta mas que de 25 cabras. Estencion: entre los lanchares y la laguna del Concejo. Al presente no esta  acotado aun el campo de la ermita, en tiempo de Ledesma estaba limitándose.

            En cuanto a la nobleza se limitaba a la hidalguía: <<Los hidalgos eran el más bajo escalón de la nobleza: convertidos en criados vergonzantes de los títulos y grandes del reino, arrastraban una vida miserable, sin atreverse a trabajar en oficios manuales ni en el comercio, por causa de los prejuicios nobiliarios que tachaban esas ocupaciones de indignas de la nobleza. Para atajar tales prejuicios se expidió la famosa Real Cédula de 1783, en que se declaraban honrosas todas las artes manuales y los oficios que hasta entonces estaban tachados de vileza, entre otros los de herreros, carniceros, curtidores y venteros. Pero aunque la ley suprimiera el baldón que pesaba sobre ellos, aún pasarían muchos años antes de que los tales oficios fueran aceptados como dignos>> (7).
           
            El el año 1791, había en Quintana 26 eclesiásticos y 44 nobles. El cura párroco era elegido por el Prior de Magacela, a propuesta de dos que hacía el ayuntamiento. No existía cementerio y los enterramientos se hacían en la Iglesia y sus alrededores.


POBLACIÓN    HABITANTES     HIDALGOS    ÍNDICE
Quintana                   1.599                  167                   104
Castuera                    3.232                  185                    56
 Zalamea                     2.766                  128                    46

Fuente: Censo de Floridablanca de 1787. Cuadro XIII de La Nobleza extremeña  del siglo XVIII.


LA POBLACIÓN: SERVICIOS Y PROFESIONES          

            La mayoría de la población era analfabeta. La enseñanza estaba al cargo de un maestro de primeras letras que no tenía dotación económica y al que pagaban los discípulos.

            No existía Administración de correos y de este se encargaba un distribuidor y otra persona que iba a recoger las cartas a Castuera.

            Quintana contribuía, de forma continua, con diez hombres al Regimiento de Trujillo.

             Había un médico y un sangrador a los que pagaban los vecinos mediante igualas.

          Había cuatro abogados, destacando el ya mencionado don Diego Barquero y su hermano Juan.

            Otras profesiones y oficios existentes son: albañiles, siete; carpinteros, nueve; zapateros, cuatro; senareros y cangueros, veinte; pastores y artesanos, cincuenta; arrieros, ochenta y cuatro; y jornaleros, ciento sesenta y dos. Estos, en invierno, ganaban real y medio con comida; en la esquila, cinco reales sin comida; y en la siega de cebada y trigo, cuatro y seis reales con cinco comidas.

            Había un mesón para arrieros, y abastos de aceite, vino y jabón. Las pesas y medidas eran las del Marco de Ávila.

            El Ayuntamiento poseía archivo, cárcel, carnecería y corral del concejo.

            En aquella época había abundancia de especies cinegéticas, como la perdiz, liebre y conejo, y también ciervos, venados, jabalíes y zorros. Para la caza de estas dos últimas especies se organizaban dos cacerías anuales por el daño que causaban al ganado y estaban estipuladas por el real decreto de 1788, a petición del procurador de la Mesta, y se pagaban al que matase un lobo, cuatro ducados, y el doble si era hembra; por el cachorro se pagaban dos ducados, y si se conseguía la camada se pagaba igual que por la loba. Por cada zorro, macho o hembra, se pagaban diez reales. Todos los años se mataban unos tres lobos y 50 zorros.

            En el río Ortigas, además de galápagos, se criaban peces pequeños, como pardillas y bordallos. La pesca  se controlaba mediante el tiempo de veda correspondiente, al igual que la caza. Sus aguas eran públicas y, aunque no estaba siempre corriente, sus numerosas tablas servían de abrevadero para el ganado.

           
A modo de conclusión
            Como hemos visto, el Interrogatorio es una fuente importante pero con sus limitaciones, si tenemos en cuenta que los informes presentados por los miembros que en su mayoría formaban parte de la oligarquía que controlaba la <<realidad económica y social que tanto la Audiencia de Extremadura como la Única Contribución pretendían reformar bajo el auspicio ilustrado>> (8)

                                                                                             
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Notas               
(1)     Interrogatorio de la Real Audiencia en 1791. Pregunta número uno.
(2)     Pelegrí Pedrosa, Luis V.: La economía ganadera en la Serena a finales del Antiguo Régimen (1752-1791).
(3)     Rodríguez Sánchez, Ángel: Historia de Extremadura
(4)     Rodríguez Cancho, M.: “Interrogatorio del siglo XVIII. Estudio comparativo”. Norba 2, 1981, pág. 223.
(5)     Pelegrí Pedrosa, L.V.: Op. cit. pág. 110
(6)     Ibidem, págs. 14-15
(7)     Prado, Juan M.: Historia de la Literatura Española.
(8)     Pelegrí Pedrosa, L. V. Op. cit. pág. 19

Bibliografía                                     
-Agúndez Fernández, Antonio: Viaje a la Serena en 1791. Cáceres, 1995.
-Aragón Mateos, Santiago: La nobleza extremeña en el siglo XVIII. Mérida, 1990.
-Cortés Cortés, Fernando y Martí, Tomás: “La ciudad de Badajoz y su Partido en los Interrogatorios de la Real Audiencia de Extremadura, 1791”. Revista de Estudios Extremeños. Año 1999, tomo LV, núm. II, pág. 385.
-Libro de la Visitación de Don Juan Rodríguez Villafuerte en 1595, a la villa de Campanario y las aldeas de Quintana y la Guarda. Fondo Cultural Valeria. Campanario.
-Pelegrí Pedrosa, Luis Vicente: la economía ganadera en la Serena a finales del Antiguo Régimen (1752-1791). Ceder La Serena-Leader, 1998.
-Prado, Juan M.: Historia de la Literatura Española. V. III. Barcelona, 1982.
-Rodríguez Cancho, M. y Barrientos Alfageme, G.: Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de la Serena. Asamblea de Extremadura. Mérida, 1995.
-Rodríguez Sánchez, Ángel: Historia de Extremadura. Los tiempos modernos. Tomo III. Badajoz, 1985.



Juan Fco. José Dávila Sánchez
Quintana de la Serena, 2018